Construcciones Metálicas del Guadalquivir (Comegu) despide el curso escolar con una nueva hornada de alumnos que han salido rumbo al mercado laboral. Un total de 14 alumnos acaba de superar un completo curso de 120 horas que los han cualificado en el que sigue siendo uno de los oficios con más salida del mercado laboral, a pesar de estar muy poco demandado por los jóvenes. Esta es quizás la clave de que la oferta de empleo en soldadura duplique el número de trabajadores que se van formando en el sector, por lo que se consolida como una de las profesiones con mejores perspectivas.
El curso ha estado dirigido por Manuel Lérida y coordinado por el profesor José Manuel Hermosín. Los participantes lo califican como un trampolín al empleo. Alumnos como Desmond Samson, originario de Nigeria, llegó a España en búsqueda de oportunidades y encontró en el curso de soldadura de Comegu una vía para alcanzar sus objetivos.
Hay otros que optan por la formación en este ámbito para impulsar su carrera laboral, como José María González, que cuenta con varios años de experiencia en el mundo del metal. “Desde el primer momento estábamos trabajando con electrodos”, explicó, elogiando especialmente la paciencia y dedicación del profesor José Manuel Hermosín Ramos. Por su parte, Henry Maldonado se inscribió al curso impulsado por su interés en trabajar con hierro y la fascinación por la soldadura.
No es un ‘mundo de hombres’
Hay sectores en los que prima la igualdad de participación de mujeres y hombres, pero la soldadura no es uno de ellos. Ver a una mujer en un taller, haciendo uso del metal y de las herramientas para soldar, no suele ser lo común, pero “en la vida hay que aprender de todo”, explica María José Hidalgo, que, motivada por esta filosofía, también se convirtió en alumna de Comegu. Hay cosas que cuestan más trabajo en el mundo de la soldadura, al fin y al cabo es técnica y hay que practicar, “pero al final lo sacas”, comenta.
Algo parecido vivió Inmaculada Martín cuando decidió dejar el mundo comercial en el que llevaba años trabajando para dar un giro radical a su vida laboral: “Es la primera vez que desarrollo un trabajo de estas características y me ha sorprendido para bien”, afirma.
La soldadura es técnica, y con cursos como este, es fácil construir los pilares del aprendizaje. “Los alumnos salen de aquí con muchísima base”, destaca el profesor José Manuel Hermosín Ramos. La formación se divide en dos partes: 90 horas de formación en electrodos y 30 horas en soldadura semiautomática, conocimientos más que suficientes para hacerse un hueco en cualquier empresa del sector, especialmente si se tiene predisposición para aprender y ganas de trabajar.
La culminación de este curso, fruto de la dedicación de los alumnos y del esfuerzo de los docentes, también demuestra que las habilidades en soldadura que demanda el mercado laboral actual es algo que se puede conseguir, tan solo hay que ponerle un poco de esfuerzo y dedicación.